Actuar por mera obligación, sentido del deber o por las expectativas que otros tienen de mí es... poca libertad. Un cristiano está llamado a una libertad mucho más alta, propia de un hijo de Dios. Actuar libremente, "porque me da la gana", se alcanza en la misma medida en que el amor es el motor de mi vida, y me siento amado plenamente por Dios que es mi Padre.
Este libro es una reflexión sobre el papel de la libertad en la vida cristiana. Busca las raíces del estilo suelto, alegre y seguro, que ha de caracterizar la vida de una persona de fe que ha puesto en el centro de su corazón el amor de Dios. Un amor que sólo vive donde hay libertad. Y una libertad que sólo crece cuando se actúa por amor.
El crecimiento y la madurez espiritual consisten, en buena medida, en aprender a ser libres de verdad, con la fuerza y la convicción de quien sabe lo que quiere: unirse a Jesucristo y darse a los demás.